En la modernidad el hombre
comenzó a rescatar su bien merecida libertad. Con la posmodernidad, por un hombre agobiado por la
excesiva información. Ser es simplemente lo que les pasa, y hay que
aprovechar lo útil que tiene, con cierta ironia, sin tomar la vida muy en
serio, sabiendo que soñamos pero hay que seguir soñando. Es la era que trae beneficios
tecnológicos para todos.
Ante la destrucción de la naturaleza
por parte de algunos versus el reclamo
emotivo de los conservacionistas. Una economía
de consumo y un sistema de información globalizado.
El hombre postmoderno
comienza a sentir que el proyecto moderno es muy arduo y no lo acepta más
diciéndose: dejemos la roca abajo y disfrutemos de la vida ya que ésta es muy corta
para desperdiciarla así se abandonan entonces los ideales y se decide
disfrutar del presente con una actitud despreocupada. Es el tiempo del “YO”.
Tras la pérdida de confianza
en los proyectos de transformación de la sociedad piensa que sólo cabe concentrar
sus esfuerzos en la realización personal. Lo
importante es conseguir dinero, mucho dinero, no importa como; disfrutar la
vida al máximo; mantenerse lo mejor posible. Aún la familia pasa a un segundo lugar.
El símbolo de esta época es
Narciso, el hombre enamorado de si mismo que deja transcurrir su tiempo
admirando su imagen en la fuente.
Los medios de comunicación,
en gran medida, son los responsables de estas
transformaciones ya que ellos han permitido la salida a la superficie de
las voces de todas las culturas, con sus
diferencias de perspectiva de los hechos que permiten conocer al momento las
tremendas dificultades de millones de personas para sobrevivir en el mundo
actual, o las terribles perversiones de otros que con un gran monto de agresividad
nos asaltan diariamente desde las pantallas del televisor, los diarios y la
radio. Aparece el “esto no se arregla
más, no me concierne, no puedo hacer nada,…”, siendo la juventud fundamentalmente la que se ve
arrastrada en esta manera de sentir al considerarse
aislados e incomprendidos al tiempo que no comprenden tampoco lo que
está pasando y tratando de diferenciarse transgreden y desdeñan las normas de
la sociedad. La violencia que se
ve en el cine, la televisión, Internet, y también en la calle se suma a una
educación familiar cada vez más
devaluada.
Micaela Barton
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